Por qué el deporte aleja el hambre

Christiane Fux estudió periodismo y psicología en Hamburgo. El experimentado editor médico ha estado escribiendo artículos de revistas, noticias y textos fácticos sobre todos los temas de salud imaginables desde 2001. Además de su trabajo para, Christiane Fux también se dedica a la prosa. Su primera novela policiaca se publicó en 2012, y también escribe, diseña y publica sus propias obras policiacas.

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Quienes practican deporte queman mucha energía, pero por lo general tienen poco apetito después. La explicación de esta contradicción radica en el hipotálamo, una región del cerebro que juega un papel central en la regulación del metabolismo y el peso.

El neurocientífico Young-Hwan Jo de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York pudo observar en sí mismo lo que muchos atletas conocen: después de una sesión de entrenamiento intensivo, su temperatura corporal aumentó ligeramente durante varias horas. Al mismo tiempo, su apetito se redujo significativamente.

Brecha en la barrera hematoencefálica

Al buscar la causa, se centró principalmente en las células nerviosas especiales que reducen el apetito, las llamadas neuronas POMC. Se sientan en el núcleo arqueado, una sección específica del hipotálamo. Lo especial: a diferencia de la mayoría de las estructuras cerebrales, estas células no están protegidas por la barrera hematoencefálica, que protege al órgano sensible de sustancias nocivas y patógenos. Por lo tanto, las neuronas pueden detectar hormonas y nutrientes en el torrente sanguíneo.

Medidor de temperatura en el cerebro

En estudios con ratones, Jo pudo demostrar que las neuronas supresoras del apetito estaban equipadas con receptores de temperatura. Si la temperatura corporal aumenta debido a la actividad física en los animales, las células nerviosas reducen su apetito. Después de 40 minutos en la bicicleta para correr, los ratones deportivos comieron un 50 por ciento menos que sus compañeros de especie que no habían estado físicamente activos.

Doce horas menos hambre

El investigador logró el mismo efecto cuando introdujo capsaicina en el núcleo arqueado. Esta sustancia se encuentra en los chiles, entre otras cosas, y es responsable del calor abrasador que la caracteriza. El efecto supresor del apetito duró hasta doce horas.

En los animales que no tenían el receptor de temperatura adecuado, el apetito no se redujo ni con la capsaicina ni con el ejercicio.

"La temperatura corporal actúa como una señal biológica que regula la conducta alimentaria", dice Jo. Posiblemente se podría utilizar esta conexión para facilitar que las personas pierdan peso.

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